Alberto Gallardo es nuestro ídolo máximo. Campeón como jugador y como técnico.
Alberto Gallardo es Sporting Cristal: entrega, disciplina, responsabilidad, campeón. “El Jet” se convirtió en nuestro ídolo máximo. Goleador y campeón como jugador y como técnico. Un maestro dentro y fuera de las canchas.
Llegó a mediados de los años 60 por la familia Bentín y en su primer año deslumbraba con esa velocidad que tenía por la banda izquierda y ese tronco largo que ningún defensa podía pararlo.
Alzó su primer título en 1961 con 21 años siendo el goleador del plantel y del torneo con 18 goles. Sus buenas actuaciones lo llevaron a emigrar a Italia para jugar nada menos por el AC Milán. La poca continuidad que tuvo hizo que lo prestaran al Cagliari donde tuvo algunos partidos. Después se instaló en Brasil para jugar por el Palmeiras, club en el cual tuvo más continuidad marcando 16 goles en 49 partidos. Obtuvo el campeonato paulista y dos brasileiroes.
Ídolo celeste.
En 1968 vuelve a Sporting Cristal por pedido de Didí y logra obtener su segundo título. Fue el jugador clave en aquella final ante Juan Aurich donde marcó 2 goles. Su siguientes dos títulos fueron en 1970 y 1972. Jugó con la camiseta celeste hasta 1978. Marcó un total de 148 goles y disputó 148 partidos.
Su amor por el Club
Alberto Gallardo había dejado el fútbol y por expreso de la familia Bentín le pidieron que se encargue de las divisiones menores. Es así donde Gallardo, junto con gran amigo, Fernando Mellán, sacaron a varios futbolistas que después le dieron alegrías a la institución: Roberto Palacios, Pablo Zegarra, Miguel Rebosio, Miguel Miranda, entre otros.
Campeón con DT:
En 1988, Oscar Montalvo dejaría el buzo celeste. Es así que Alberto Gallardo asume el cargo de director técnico donde afrontaría la Liguilla Final de 1989 donde disputaría ante Universitario el título de 1988. En un vibrante encuentro que finalizó con un 2-1, los rimenses alzarían su novena estrella de la mano de Alberto Gallardo.
Jugó lo Juegos Olímpicos de 1960, Campeonato Sudamericano 1963 y disputó el Mundial de México 70. Un jugador completo en todos los sentidos.
Solo nos queda decirle gracias. Por dejar ese legado en el club. De formar personas y luego futbolistas. Por los valores inculcados a los chicos que hasta hoy sigue vigente. Te extrañamos, ídolo.
¡Gracias, Maestro!